¡Hola, cariñas mías!
Pues después de ese día horroso de ayer, de comida, mini atracón justo antes de dormir, dulces y poco ejercicio, mi preciosa báscula dice que peso lo mismito que ayer!
No me lo puedo creer, yo esperaba subir otra vez al 69 pero no :) (creo que tiene algo que ver que he ido al aseo a descargar varias veces y hacía dias que no iba... jajaja).
Lo bueno es que cuando bebo al día siguiente hago varias visitas al WC y me quedo vacía! Y lo mejor es que me quita el hambre.
Y lo que es aún mejor hoy es que mi madre me ha dicho: "Voy a hacer pasta, pero últimamente parece que no te gusta mucho, para ti hago poca?" Y le he contestado: "Nah, ni me hagas. Yo me como una ensaladita y esas berenjenas que vas a cocer con un poco de atún y voy lista, mami". Y me dice: "Claro, claro. Mucho mejor. Eso haremos." Así que puedo saltarme la pasta, esos carbohidratos tan innecesarios sobre todo después del día que tuve ayer.
¿Veis? Hasta mi madre me ve tan megagorda en comparación con mi tipín de adolescente que no me pone pegas si quiero comer menos... Solo temo (y a la vez espero con muchas ganas) que llegue ese día en el que ya no le haga gracia porque me ve demasiado delgada.
Se ve taaaaaaaaan lejos aún.... PERO LLEGARÁ.
ESA ES LA ACTITUD!!! Con mi mamá pasaba lo mismo al principio, me alentaba a que hiciera dieta y que cambiara unos ravioles con salsa por ensalada con pollo. Pero ahora no le hace gracia que siempre me cocine algo distinto a lo que ellos comen, y no porque ya esté delgada y necesite comer, sino porque noto mi obsesión con todo esto. Por más que sientas que falta mucho, ocultá esos rasgos de obsesión con la comida y las calorías, porque ya genera sospechas y las madres se ponen insufribles!
ResponderEliminarTe mando un beso enorme :D Gracias por todos los ánimos ♥ Ya te sigooo.